"¿Eres acaso rey por tu pasión por el cedro?
Tu padre ¿no comía y bebía?
También hizo justicia y equidad, y le fue bien.
Juzgó la causa del humillado y del pobre, y le iba bien.
¿No es esto conocerme?, oráculo del Señor" (Jer 22,15-16).
Ø Ø Hacer una "tormenta de ideas" sobre lo que entendemos por "conocer a Dios", recordando y escribiendo en una columna lo que sabemos de él a través de lo que nos enseñaron nuestros padres o nos dijeron en la catequesis o en la escuela y lo que hemos ido aprendiendo en libros de teología y espiritualidad, escuchando conferencias, etc.
En la otra columna, escribir la frase de Jer 22,15-16. Comentar después nuestras impresiones.
“¡Aparta de mi lado la multitud de tus canciones,
no quiero oír la salmodia de tus arpas!
¡Que fluya, sí, el juicio como agua,
la justicia como un torrente inagotable!" (Am 5,24).
“¿A mí qué, tanto sacrificio vuestro?, dice el Señor.
Estoy harto de holocaustos de carneros (…)
Al extender vuestras manos,
me tapo los ojos para no veros.
Vuestras manos están llenas de sangre:
lavaos, limpiaos, quitad vuestras fechorías de mi vista,
desistid de hacer el mal,
aprended a hacer el bien,
buscad lo justo, dad sus derechos al oprimido,
haced justicia al huérfano,
abogad por la viuda” (Is 1,11.15-17).
Ø Ø Intentar descifrar estos textos de Amos e Isaías respetando su inspiración y su intención fundamental. Descubrir qué es lo que pretenden contradecir, inaugurar, construir, descalificar... ¿Qué analogías pueden descubrirse con determinadas circunstancias y situaciones de hoy?
Tratar de reexpresarlos en un lenguaje actual, poniendo de manifiesto los elementos polémicos y utópicos que contienen.
Estas mismas indicaciones pueden servir para actualizar algunos otros textos que tengan que ver, por ejemplo, con la vaciedad de los ídolos (Is 44,9-20; 46,1-7), buscando nuestros ídolos de hoy.