Desde el Génesis, la Biblia nos revela a un Dios de abundancia. La creación misma es un testimonio de su generosidad y riqueza infinita (Génesis 1:1-31). Él no es un Dios de escasez, sino de superávit. Una mentalidad de prosperidad, por lo tanto, comienza con la comprensión de la naturaleza próspera de nuestro Creador. Cuando creemos que Dios es capaz y desea bendecirnos, abrimos la puerta para que su provisión se manifieste en nuestra vida.